Somalia, una nación del África Oriental ubicada junto al golfo de Adén y el océano Índico, tiene al Islam suní como religión oficial y opera bajo el liderazgo temporal de la Unión de Tribunales Islámicos. El país enfrenta desafíos climáticos como sequías, tormentas de polvo e inundaciones estacionales, además de tener una de las tasas de natalidad más altas del mundo, acompañada de altas tasas de mortalidad materna e infantil.

El país está dividido geográfica y políticamente: Somalilandia, en el norte, ha mantenido relativa estabilidad desde 1991, mientras que Puntlandia, en el sur, ha sido afectada por guerra civil y violencia entre clanes. A pesar de la inestabilidad política, Somalia mantiene una economía relativamente estable basada principalmente en la ganadería, que emplea a cerca de dos tercios de la población.

El sistema legal del país es una mezcla única de derecho civil, sharía y leyes consuetudinarias (Xeer), implementado por la Unión de Tribunales Islámicos. La población está compuesta por 22 grupos étnicos, con una mayoría musulmana suní que mantiene tradiciones tradicionales como la circuncisión femenina.

La situación de los cristianos en Somalia es extremadamente precaria, con aproximadamente 4,000 creyentes que se reúnen principalmente en iglesias caseras secretas. Los convertidos del Islam al cristianismo enfrentan graves peligros, incluyendo amenazas de muerte por parte de grupos militantes como al-Shabab, así como presión social y familiar intensa, ya que la conversión se considera una traición a la cultura somalí.